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Impactos del COVID-19 y recomendaciones a corto plazo para el sector agropecuario

Por: Área Economía Ambiental, FUNIDES. | 24 junio, 2020

Los casos de COVID-19[1] ascienden a más de 9 millones de personas en 188 países, las muertes registradas superan las 469 mil y las personas recuperadas son más de 4.4 millones (JHU CSSE, 2020). Además de las afectaciones en la salud pública, la pandemia tiene implicaciones negativas para el crecimiento económico de los países. La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (FUNIDES, 2020) proyecta que a través del mecanismo de transmisión externo y el interno, la actividad económica en Nicaragua podría modificarse de -1.1 por ciento a un rango de entre -6.5 y -13.7 por ciento en 2020.

El sector agropecuario es un pilar importante en la economía de Nicaragua y es uno de los más vulnerables ante esta crisis. En 2019, según cifras oficiales del Banco Central de Nicaragua (BCN, 2020), este rubro representó el 12 por ciento del PIB nacional. El comportamiento de este sector[2] ante la pandemia del COVID-19 es decisivo para mitigar el impacto negativo sobre la economía nacional y asegurar el buen funcionamiento de la cadena de alimentos[3].

Los eslabones de las cadenas de valor agropecuarias se pueden caracterizar según factores fijos[4] y variables[5] en relación a la propagación del virus. Dentro del sector agropecuario, el desarrollo de actividades que presentan un alto grado de estancamiento de aire[6] en los espacios de trabajo y una exposición mayor a superficies contaminadas, aumentan el riesgo de propagación del virus. La caracterización de los diferentes eslabones del sector como la producción industrial y las pequeñas unidades de producción según factores fijos se muestra en el grafico 1 y 2, con una escala de variación de bajo a alto[7]. El grado de interacción entre personas y la frecuencia de ausencia de higiene dentro de los espacios de trabajo son factores variables. La caracterización de estos, se observa en el gráfico 3 y 4.

Los impactos identificados en el sector agropecuario según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura ([FAO, por sus siglas en inglés], 2020) podrían ser:

  1. Menor cantidad de trabajadores y hasta el cese de actividad por casos de contagios propagados entre el personal[8].
  2. Ralentización de la comercialización, transporte y exportaciones por las posibles restricciones de movimientos en los países[9].
  3. Incremento en los costos de producción por estándares de higiene más estrictos.
  4. Reducción en las ventas locales e internacionales por la desconfianza de los consumidores debido a la falta de conocimiento de las medidas de higiene y calidad que siguieron los alimentos en su proceso de producción y comercialización.
  5. Dificultad para tener trabajadores de temporadas (como en el cultivo del café) por las restricciones de movimientos.
  6. Riesgos en los niveles de producción y seguridad alimentaria por la baja asequibilidad, disponibilidad y accesibilidad de alimentos.
  7. Posibles riesgos a la salud por la exposición de los trabajadores pecuarios con animales contagiados[10].
  8. Existencia de vectores de propagación no identificados[11].

A pesar de que no existe un estudio a nivel nacional sobre las expectativas a largo plazo de los impactos del COVID-19 en el sector agropecuario, en el marco del eje de trabajo “Soluciones Integrales de Ganadería Sostenible (SIGS)”, se realizaron encuestas no representativas a asociaciones ganaderas beneficiarias del proyecto. Todos los encuestados entre Abril y Mayo del presente año, expresaron que esta pandemia ha afectado al sector ganadero. En relación con las expectativas sobre impactos futuros, se destaca en ambos meses la ralentización del comercio local, reducción de las ventas, altos costos de producción y reducción en la mano de obra. Otras afectaciones se muestran en el gráfico 5.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT, 2020) reconoce los impactos devastadores en todos los sectores sociales y económicos. Sin embargo, advierte que, en el caso del sector agropecuario, en especial en el agrícola, la crisis podría tener repercusiones mayores, en términos no solo de empleo y económico, sino también en la seguridad alimentaria durante y después de la pandemia.

La OIT (2020) menciona que las medidas adecuadas para prevenir y mitigar los impactos del COVID-19 sobre el empleo en las áreas rurales de América Latina, deben estar centradas en tres ámbitos:

  • Salvar vidas, prevenir y mitigar el COVID-19.
  • Garantizar la protección y la seguridad alimentaria.
  • Salvar las empresas, proteger a los trabajadores y sentar las bases para la reactivación de actividades y sectores.

Las recomendaciones a corto plazo para el sector son:

  1. Realización de un protocolo de acción que garantice la salud de los trabajadores, el control de propagación del virus y la continuidad de la cadena de suministro de alimentos[12].
  2. Garantizar el cumplimiento de políticas de higiene y asegurar la limpieza en los espacios comunes, superficies y objetos utilizados para procesar y manipular alimentos a lo largo de la cadena de suministro.
  3. Reducir las aglomeraciones dentro de las actividades de la producción agropecuaria, principalmente en la producción de carne y leche.
  4. Asegurar la disponibilidad de agua e instalaciones sanitarias adecuadas en las unidades de producción, para garantizar la inocuidad y calidad de los alimentos[13].

Las cadenas de suministro locales forman una red compleja de interacciones en la que participan productores, plantas de procesado, transporte, minoristas y otros. Esta pandemia global pone a prueba esas redes por lo que, para evitar la escasez de alimentos, hay que hacer todo lo posible por mantenerlas intactas y funcionando de manera eficiente (FAO, 2020).


[1] Los síntomas de esta enfermedad van desde el resfriado común hasta estados graves como el Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS, por sus siglas en inglés) y el Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) (Organización Mundial de la Salud [OMS], 2020a).

[2] Según el pronunciamiento del Sector Ganadero (2020) este se encuentra afectado por los altos costos de producción, escaso financiamiento y la recesión económica por el contexto sociopolítico.

[3] De los pesos de alimentos en la canasta de consumo, el 84.48 por ciento está representado por producción nacional (BCN, 2010).

[4] Se define como factor fijo a los posibles vectores de propagación en los cuales no se pueden incidir de forma directa.

[5] Se define como factor variable en los que se puede incidir de manera directa para evitar el riesgo de propagación del virus.

[6] Una posible vía de contagio es la permanecían en el aire del COVID-19 en espacios cerrados (Young, 2020).

[7] La metodología utilizada en la caracterización de los eslabones de producción se observa en el anexo 1.

[8] Según el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades ([CDC, por sus siglas en inglés], 2020) y la OMS (2020b), el virus se transmite de humano a humano por partículas de gotas y por superficies contaminadas con estas.

[9] Según la Cámara Nicaragüense del Sector Lácteo (CANISLAC, 2020) ya se presentan bajas en la exportación de los derivados de la leche como el queso morolique, cuya exportación a El Salvador se redujo el 98 por ciento.

[10] Aunque aún no se ha confirmado si los animales contagiados pueden transmitir nuevamente el virus al ser humano, la FAO (2020) se encuentra investigando sobre este posible foco de propagación del COVID-19 en la actividad ganadera.

[11] En superficies infectadas donde el virus sobrevive hasta 9 días, en recipientes plásticos o metal (utilizado para almacenar la leche), la inactivación se da por el uso de agentes biocidas (Kampf et al., 2020).

[12] La Unión de Productores Agropecuarios de Nicaragua (UPANIC, 2020) menciona en el protocolo de prevención del Coronavirus en las labores agrícolas medidas como la asignación a un solo trabajador de tareas esenciales que requieran salir de la finca (compras), la constante desinfección del vehículo asignados al desarrollo de las actividades, entre otras. Por su lado, la Asociación Nacional de Reforestadores (CONFOR, 2020) expone en el Plan de prevención para las fincas forestales medidas de prevención como el distanciamiento social y el lavado frecuente de manos.  

[13] Aunque no se tiene conocimiento que sugiera que el COVID-19 pueda transmitirse a través de los alimentos, ni de alimentos empacados, la inocuidad de estos es esencial para la prevención de enfermedades (United States Department of Agriculture [USDA], 2020).


Referencias incluidas en el

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