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Implicaciones socioemocionales del COVID-19

Por: FUNIDES | 9 junio, 2020

En Nicaragua, las implicaciones socioemocionales del COVID-19 ocurren en un contexto de alta vulnerabilidad como resultado de la crisis sociopolítica y la violencia vivida en 2018. En 2019, antes de la pandemia actual, las principales afectaciones socioemocionales de las y los nicaragüenses incluyeron: trastornos del sueño (42%), ansiedad (33.4%), depresión (30.9%), y falta de apetito (26.5%) (Carrión, 2019). Por ende, esta situación podría agravarse en el corto, mediano y largo plazo.

Dos de las principales medidas de prevención del contagio del COVID-19 establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y recomendadas a todos los gobiernos son el distanciamiento social y la cuarentena. Estas medidas son necesarias y han demostrado ser las más efectivas para frenar el brote y disminuir la carga sobre los sistemas de salud (OMS, 2020b).

La pandemia del COVID-19 ha generado hasta la fecha más de 7 millones personas infectadas, de las cuales se han recuperado más de 3 millones y han fallecido aproximadamente 400 mil, en 188 países[1]. Esta emergencia global está causando una serie de impactos socioemocionales en niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos. De acuerdo con la OMS (2020a), el Comité Permanente Interinstitucional de Naciones Unidas (IASC) (2020)[2] y el Servicio Administrativo de Abuso de Sustancias y Salud Mental de Estados Unidos (CDC) (2020), las principales afectaciones socioemocionales debido a esta pandemia son:

– Impotencia y desesperanza.
– Miedo a morir.
– Culpa y soledad.
– Depresión y ansiedad.
 
– Temor al contagio.
– Trastorno de estrés agudo.
– Deterioro en el desempeño laboral y agotamiento.
– Estrés postraumático.
 

En cualquier situación o contexto de crisis, existen grupos más vulnerables que otros. De acuerdo con la OMS (2020a), los grupos de alto riesgo en términos socioemocionales por el COVID-19 son:

– Trabajadores de la salud.
– Mujeres y niñas.
– Adultos mayores.
– Personas en condición de pobreza
(hacinamiento, acceso nulo o de baja calidad
a servicios de salud)[3].  
Trabajadores en la informalidad.
– Personas contagiadas y sus familias.
– Niños y adolescentes.
– Personas con enfermedades preexistentes.
– Personas con historial de uso de sustancias.
 

Para lidiar con las afectaciones socioemocionales del COVID-19, la OMS (2020a) y otras instituciones como el Consejo de Psicología de España (2020) recomiendan:

1. Demandar transparencia de los gobiernos y líderes políticos con el fin de que las personas comprendan por qué tienen que adoptar medidas como el distanciamiento social y la cuarentena. Un estudio realizado recientemente por el King’s College de Londres sobre el impacto de la cuarentena, sostiene que la falta de pautas claras de comportamiento y el obtener mensajes contradictorios, genera más confusión y ansiedad entre la población (Allemandou, 2020). Ante esto el Estado debe:

  • Distribuir información comprensible sobre el COVID-19 dirigida a todos los sectores de la población y establecer mecanismos de atención y contención a los grupos más vulnerables identificados anteriormente.
  • Facilitar apoyo psicológico a las y los trabajadores de la salud que están al frente de la lucha contra el COVID-19 y las familias afectadas, así como aquellas personas que sobreviven económicamente en la informalidad.

2. Pasar del miedo a la aceptación y la acción. Las personas necesitan sentir que tienen cierto control sobre sus vidas, por tanto, aceptar la realidad de la pandemia y tomar todas las medidas necesarias para prevenir el contagio, genera una sensación de control que disminuye la ansiedad y el miedo que surgen al sentir impotencia o indefensión (Goldberg, 2020). En ese sentido, a nivel individual es importante: 

  • No sobreexponerse a noticias que generen ansiedad y verificar la veracidad de las fuentes. Limitar el seguimiento de la información sobre el COVID-19 a horas específicas del día, si es posible de dos a tres veces.
  • Identificar pensamientos que puedan generar inestabilidad emocional. Pensar y hablar constantemente sobre la enfermedad podría hacer aparecer síntomas que incrementen el malestar emocional.
  • Establecer una rutina diaria, especialmente estando en cuarentena y mantenerse físicamente activo. En el caso de haber niñas y niños en la familia, permitirles expresar sus sentimientos de miedo o ansiedad y crear actividades/ juegos para evitar la tensión y el aburrimiento.
  • Utilizar la tecnología y redes sociales para mantener la comunicación con familiares y personas cercanas.

En Nicaragua, la falta de directrices claras y eficaces de salud pública por parte del Estado para prevenir y enfrentar la pandemia ha hecho que muchos ciudadanos y ciudadanas, así como empresas, colegios y otros centros de trabajo estén actualmente tomando medidas de distanciamiento social y cuarentena de forma voluntaria.

Seguir las recomendaciones para prevenir y lidiar con los impactos socioemocionales del COVID-19 es fundamental para evitar caer en pánico, acaparar bienes de consumo motivados por el miedo o profundizar afectaciones psicológicas preexistentes. De igual manera, están dirigidas a disminuir el estrés y el riesgo de violencia intrafamiliar que afecta principalmente a mujeres y niñas y cuyas causas se agudizan especialmente en contextos de crisis.

En este contexto, el rol de las y los jóvenes como generadores de información responsable se vuelve indispensable para promover estas y otras recomendaciones esenciales con el fin de aportar a la disminución de la propagación del virus a mayor escala, y a dar atención a sus emociones.


[1] Ultima actualización de Johns Hopkins University – Coronavirus Resource Center 09/junio/2020 10:30 a.m.

[2] IASC (2020), The Lancet (2020).

[3] Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2020); OMS (2020b).


Referencias incluidas en el documento en PDF

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